Empezando con el tema tengo que decir que no soy partidario de la intervención política de la Iglesia. Creo que ya hay demasiadas personas envueltas en la maraña política y tantos intereses mezclados, que no sería beneficioso ni para nosotros ni para ellos (miembros de la Iglesia).
Yo no me imagino a un obispo postulandose para diputado o a "Monseñor" saludando desde el balcón presidencial. Simplemente no estoy de acuerdo.
Los problemas políticos deben resolverse en el ámbito de la política, porque en este juego "los de afuera son de palo". La Iglesia bien podría acompañar con consejos, cartas o críticas constructivas, pero nunca involucrarse.
Creo que el problema principal es la falta de representatividad de los partidos políticos hacia la sociedad argentina, veo que hay una constante desconfianza. Esto no se soluciona confiando en los candidatos, como si fuera problema de la sociedad, sino con transparencia y honestidad por parte de los actores políticos. Son ellos los que tienen que demostrarle al país, a través de sus acciones y sus discursos, que realmente vale la pena votar por ellos, y que todavía vale la pena apostar por la política.
Para empezar a cambiar esta situación, con miras a una política más confiable y eficiente, primero hay que tener un modelo. La democracia podría ser un buen comienzo, si se logra pasar de la teoría a la práctica...porque son los hechos los que hacen la diferencia. Después es fundamental tener un claro objetivo, y que éste sea el mismo que persigue la sociedad, dejando de lado el éxito individual y tratando de no dejarse persuadir por el poder y la riqueza.
Y por último, para ser un buen político hay que tener paciencia, tanto para esperar los frutos de un buen gobierno como para aceptar las críticas de la oposición (por más insignificante que parezcan) y mantener siempre el diálogo fluido.
Nada más que eso...pero siempre es fácil decirlo.
27 de septiembre de 2006
Escrito en: Argentina
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