Santa Fe fue una de las provincias argentinas más perjudicadas por las abundantes lluvias de los últimos días. Para que puedan imaginarse, llovió desde el lunes 26 hasta hoy 29 casi sin parar. Pero lo peor no fue eso, sino que estamos viviendo en una especie de pozo, donde el nivel del agua es superior y, para peor, tenemos ríos a ambos lados del territorio provincial.
Decía que empezó a llover el lunes, por la mañana, y nadie pudo prever lo que finalmente pasaría. La mayoría de los barrios más pobres, del oeste y norte de la ciudad, se vieron rebalsados y no pudieron contener el flujo, por lo que las napas subterráneas rebalsaron. Además, los casos de ratas y víboras en aquellos lugares fue realmente increíble. Sumado esto al frío y los cortes de luz repentinos que dejaron a la ciudad a merced del agua. Ni el gobernador, que en ese momento estaba en Venezuela quién sabe por qué, ni el intendente, que días antes había hecho política con su proyecto de desagües, pudieron anticiparse a lo que siempre es una posibilidad latente.
En 2003 la ineficiencia política no había podido terminar un tramo de las defensas contra el río Salado y la ciudad se vio bajo agua casi en un 50%. Con estas posibilidades, ya en el segundo día de lluvias intermitentes, la situación empeoró hasta el punto de que el oeste, norte y sur de la ciudad, Esperanza, Santo Tomé y Rosario quedaron completamente anegadas.
Centímetros y hasta metros de agua en las casas tuvieron los santafecinos más perjudicados, miles de evacuados solamente en la provincia (porque en Entre Ríos ocurrió algo similar) y cortes de ruta pidiendo que el gobierno de Santa Fe se haga cargo de los extensos problemas, uno de ellos la falta de bombas para extraer el agua de los barrios.
Ahora (29 de marzo) la situación se está calmando de a poco, pero el recuerdo de las inundaciones pasadas todavía persiste. Miles de chicos no tuvieron clases durante estos días, porque sus escuelas sirvieron de apoyo como centros de evacuación, y además porque muchas de ellas quedaron bajo agua. Con estas lluvias se alcanzó la máxima histórica, mucho mayor que en 1901 y, según los números que se daban por radio, en estos tres días cayeron sobre la capital provincial alrededor de 500 milímetros.
Suena a paradoja, pero si bien las aguas están siendo drenadas, hay un problema que aumenta a medida que pasan las horas. La gente de los barrios más pobres realiza un peregrinaje hacia las zonas del centro, teóricamente las más "acomodadas" de la ciudad, y consigo trae bolsas, mugre y delincuencia. Sí, la mayoría viene a robar, por lo que varios supermercados y negocios están cerrando cada vez más temprano. Nadie se arriesga a transitar en una ciudad donde la luz se corta a cada rato y algunas calles no tienen ni semáforos.
Si tuviera que llegar a alguna conclusión, diría que ellos mismos se inundan. Ellos mismos hacen que el agua les robe todas sus pertenencias y que pasen horas de desesperación esperando que alguien los ayude, por caridad o por lástima. ¿Por qué? Sencillamente porque esta gente cuando las elecciones se acercan, no tienen el menor inconveniente en ir a votar a los mismos, sabiendo que prometen lo que no pueden cumplir. Además, se deciden más por las coimas que reciben (camas, alimentos, etc.) que por su pensamiento político.
29 de marzo de 2007
Escrito en: Santa Fe
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