Hace unos meses decidí escribir un artículo sobre la violencia en el fútbol argentino para una revista en Internet. Esa edición demoró más de lo habitual en salir y por un momento pensé que el tema había pasado de moda. Hoy me doy cuenta que estaba equivocado, que podía haber esperado un mes y seguiría siendo un tema actual. En parte por eso es que me encuentro escribiendo este artículo. Es como si el tiempo se hubiera detenido.
En ese momento empecé hablando del verdadero hincha de fútbol. Hoy no conozco la diferencia. Dije que los barras manejan los clubes y los dirigentes son mafiosos con saco y corbata. Antes apenas lo sospechaba, ahora me toca verlo todos los días por televisión. Y todo vuelve a repetirse, como en la política, en la sociedad…
Sería un tonto si pensara que la situación social del país no influye en lo que pasa los fines de semana dentro de los estadios. Pero más lo sería si creyera que los jugadores viven en un mundo aparte, lejos de la violencia, la injusticia y las carencias de un país estancado. Lo veo los domingos. Cada vez más jugadores tienen mala intención dentro de la cancha; Sessa (Vélez), Fabiani (Lanús) y Basualdo (Gimnasia de LP) se me vienen a la cabeza solamente en primera división.
Pero no nos quedemos con eso, porque la raíz es muy larga y hasta nosotros mismos, con nuestra ignorancia, la seguimos haciendo crecer. Imagínense, en Italia pasó una vez y hace poco los hinchas del Manchester United se pelearon con la policía en una de las ruedas de la Champions League. ¿Qué les hace pensar que somos los únicos? El mundo entero es violento y el ser humano no es necesariamente el animal más inocente sobre la faz de la tierra. Ahora la pregunta ya no es si estamos realmente locos. Deberíamos preguntarnos hasta dónde nos va a llevar nuestra locura y si hay o no cura para esta enfermedad.
Para ver el artículo de la revista, Click Aquí.
11 de mayo de 2007
Escrito en: Deportes
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