El fútbol argentino se parece a un árbol grande, largo y firme. Representa, por encima, la calidad de nuestro fútbol, las grandes calderas que le dan forma a los futuros astros de la pelota; representa también el calor y el color de nuestras hinchadas, nuestros clásicos (los más importantes y populares del mundo) y nuestro infinito fanatismo. Pero como todo árbol, debajo de la tierra existe una raíz que no podemos ver.
Hoy, la tierra empezó a abrirse y nos dimos cuenta de lo profundo y arraigado que esta el problema que pone en jaque a nuestro más popular deporte (si es que todavía se puede llamar así). Decimos que alguien tiene espíritu deportivo cuando su meta es ganar, pero en el ambiente futbolístico hay quienes creen que para alcanzar su propia victoria tienen que ver fracasar a los demás.
Las raíces podridas llegan a personajes como "el tuerto" Muñoz (presidente de Gimnasia de la Plata), que sacrifica la imagen del club por la estúpida razón de regalarle el campeonato a su rival, que venía de hacerle 6 goles. Pero el problema del fútbol no es culpa del presidente de gimnasia, ni del "vicepresidente segundo de la FIFA" (como si cambiara en algo las cosas...). La culpa de todo no recae en el robo diario de los operativos de la policía, o en la figura de varios políticos...El problema consiste en que la cultura argentina nos arruina el espectáculo.
El fútbol esta lleno de escoria, de negocios ilegales, de conexiones que lo unen con la política. Nuestra cultura hace que pibes menores de edad elijan Europa, no como centro turístico, sino como el trampolín hacia la vida fácil. No viajan al exterior a perfeccionarse o a alcanzar el profesionalismo, sino a llenarse los bolsillos. La plata por sobre todas las cosas...
Entonces, es necesario cortar de raíz el problema, porque sino volveremos a caer en el mismo pozo y al final, como dijo el padrino de AFA, "todo pasa".
0 se identificaron:
Publicar un comentario