Todos los años el círculo vicioso de la educación vuelve a girar en torno a las negociaciones entre los gremios y los gobiernos provinciales. En este mes de marzo me encuentro más ajeno a las idas y vueltas que siempre caracterizaron a los docentes públicos de Santa Fe, porque mis años de secundaria ya terminaron (por suerte).
Esta distancia que me proporciona el tiempo me deja ver el conflicto desde un punto de vista neutral, aunque es difícil no identificarse con alguno de los sectores. El panorama educativo no es muy alentador, los gremios provinciales son voraces y es complicado creer que todo esto no es por amor al dinero. Los docentes santafecinos ganan cada vez más, pero siguen con las medidas de fuerza todos los años, como si fueran relojes molestos exigiendo siempre lo mismo.
Además, como bien lo dijo mi papá en uno de sus "monólogos", Amsafe (el gremio de los docentes públicos) espera y desperdicia meses enteros para jugar sus cartas a último momento y posponer el ciclo lectivo otra vez. Así comienza a escribirse la novela de todos los años, con capítulos iguales y una misma frase que sigue taladrando nuestros oídos: "los únicos perjudicados son los chicos".
En Buenos Aires todos los años se planea hacer paro a principios de marzo, cada docente hace un lugar en su agenda para las consultas generales, movilizaciones y charlas que realizan comúnmente en estas fechas. Pero esta vez hubo una noticia que puso en segundo plano al paro en sí: la renuncia de un alto funcionario de la economía porteña, quien informó después de un ataque de honestidad brutal, que los números para el aumento docente no cerraban. Lo traduzco: NO ALCANZA LA PLATA. Por más paros y movilizaciones que se hagan, los números seguirán siendo los mismos.
Ahora bien, Santa Fe y Buenos Aires no fueron las únicas provincias que tuvieron la "mala suerte" de lidiar con los gremios de la educación. En Salta, por ejemplo, la situación es mucho más comprometedora. La mayoría de los docentes no llega a los novecientos pesos mensuales, mientras que en otras provincias argentinas todos pasan los mil.
Como siempre, este dilema contrasta con los padres que fingen desesperación y victimizan a sus hijos; si fuera más frontal diría que la mayoría no piensa en la educación, sino en la manera de deshacerse de ellos para tener una mañana o una tarde más tranquila. Dos o tres días de clases no los van a convertir en hijos prodigios, y el paro tampoco los va a sumergir en el fracaso académico. No justifico ninguna de las dos cosas, solo que no me gusta cuando hacen teatro.
El nudo educativo en Argentina es muy complejo, porque aunque el gobierno aparenta interés al dictar la nueva ley, después la utiliza como herramienta de campaña. Dentro de la nación hay provincias que hacen el esfuerzo de aumentar casi un 20% el sueldo de los docentes, pero las respuestas del otro lado son siempre negativas; mientras tanto, en otras regiones del país los trabajadores de la educación se mueren de hambre. Entonces, antes de enfilarse detrás de caprichos económicos, deberían valorar el trabajo que todavía tienen y ser un poco más agradecidos.

1 se identificaron:

Matías F dijo...

Siempre que paso por acá, está todo cambiado! Por suerte los cambios van para mejor.

Un abrazo grande Cristian